miércoles, 1 de octubre de 2014

Clima y Paisaje Atlántico




Se extiende por la cornisa cantábrica y la costa gallega, con una penetración hacia el interior que apenas supera, y no siempre, los 100 km. Entre los climas peninsulares ofrece el régimen menos contrastado. Mes a mes se mantiene un ritmo constante en las precipitaciones, humedad, temperaturas, insolación, etc.
Las precipitaciones son muy abundantes y se sitúan casi siempre por encima de los 1.000 mm (Pontevedra 1595 mm, La Coruña 971 mm, Oviedo 964 mm, Santander 1198 mm, Bilbao 1.258 mm y San Sebastián 1.529 mm). Además de copiosas, las lluvias están muy bien repartidas a lo largo del año, con un máximo en otoño-invierno y un mínimo estival, aunque ningún mes recibe menos de 30 mm. Los 150-160 días de precipitación anual suponen la presencia de lluvia un día sí y otro no. La intensidad de su caída es baja y recibe los nombres de chirimiri, orballo, morrina y calabobos. En estas condiciones, la humedad relativa es alta (80%) durante todo el año.
Las temperaturas medias son suaves pues oscilan entre los 12° de Lugo y los 15° de Vigo, pasando por los 13° de San Sebastián y los 14,1° de Gijón. La media de enero no baja de los 6° y la de julio no supera los 20°, lo que nos da una amplitud térmica entre 9-11°, la más baja de la Península.
Las heladas son poco frecuentes en esta franja costera (menos de 10 días al año). Sorprende, sin embargo, que Galicia vaya a la cabeza entre las regiones peninsulares por los días de granizo, que tienen lugar durante el invierno como fruto de tormentas de origen frontal. Los granos de hielo son de tamaño reducido (5 mm) y sus efectos destructivos están muy lejos de los originados por las tristemente famosas pedregadas de la Mancha o del valle del Ebro.
Existe una clara diferencia entre la cornisa cantábrica y el noroeste gallego. La primera, abierta tanto a las advecciones del norte como a las del noroeste, es algo más fresca que la segunda y su cielo aparece cubierto de nubes con mayor frecuencia. Sin embargo, la llegada de los vientos húmedos del sur, tras cruzar la Cordillera Cantábrica, eleva las temperaturas de finales del invierno y comienzos de la primavera debido al efecto föhen. Esta es la explicación de las máximas absolutas en la costa durante los meses de febrero (Gijón 28,8° y Bilbao 26,6°) y marzo (Gijón 31° y Santander 30°).
La costa gallega ofrece un régimen más lluvioso, con alguna excepción como La Coruña, y con menores contrastes térmicos que la zona cantábrica por hallarse bajo los efectos de las masas más cálidas y húmedas, arrastradas por los vientos del oeste y suroeste.


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